viernes, 30 de junio de 2023

la otra Billie

 Tal vez sea la persona del planeta que menos merodee por los glamourosos terruños de la música actual. Y me refiero al mainstream. Normalmente no me muevo de mi zona de confort, esto es, de Johan Sebastian Bach y también del Jazz. No obstante algún día tuve gusto por el Pop y el Rock y hasta el Heavy Metal; de todos los cuales y con mucho deshonor por mi parte, me han acabado por echar. Si, posiblemente sea la primera persona del planeta, a la que las grandes (y no tan grandes) luminarias del planeta Pop Rock, echen deliberadamente de su culto. Ese culto de Dioses musicales normalmente venidos a menos porque no acaban, -aunque a alguno le pese-, de dejar de ser terrenales al uso, y de sus cohortes de ultra fans.


Resulta claro que el deshonor, viniendo además de quien viene, es considerable. Pero ah, Mick, Kizz, Bob, Lars…. La vida del melómano es cualquier cosa menos estrecha, sobre todo de entendederas y sobre todo, sobre todo de gustos musicales. De tal forma que dicha exclusión no me ha supuesto más que unos meses de duelo y de adaptación al nuevo medio pero que ha acabado por devenir en un orgasmo (musical) de estos exagerados de peli porno. Como le escribía a cierto músico (que tal vez no merecía tanta tralla por mi parte), a ver para qué quiero yo seguir erre que erre con los discos de los Dioses-Luminarias actuales, si tengo a Johan Sebastian el cual, en una sola linea de papel pautado de cualquiera de sus obras, ya tiene más música que todo el stablisment popfolkrokero junto en todas sus discografías.


Tan solo hay que remitirse a sus trabajos para todo tipo de instrumentos, a sus Cantatas, Sacras y Profanas, que son capricho de dioses (no vosotros, estrellas del Pop Rock, vosotros para mi ya no sois dioses nunca más). Sus Pasiones, tan excelsas y brutalmente, jodidamente sudadas arpegio a arpegio por el gran Genio. Y quien habla de Bach habla de Zelenka, o de Graun o de Hasse, Pórpora, Vivaldi, Handel, Marcello, Corelli, Purcel, Albinoni (mucho más que un Adagio),,, de la Música Antigua: Perotin, DeFay, De Lassus, D’India, De Victoria, Durón, De Cabezón, Byrd, De Morales (paisano),…la Ópera,,, el Romanticismo,,,, en definitiva y parafraseando aquella gran peli, LA GRANDE BELLEZA.


Quién, diablos, necesita, oir, lo, último, de Wilco, o de MMJ, etc etc,, anda ya, es como leer Grandes Esperanzas de Dickens o leerse lo último de Sánchez Dragó, que en paz descanse, snif,,,, hay todo un arsenal, numerosísimo, riquísimo, maravilloso, brutal y mayormente ignoto de grandes maravillas desde el medievo hasta el XXI de grandes músicas no aptas para todo el mundo.


Siempre he oído Clásica, el género que engloba ese tan poderoso y manético TODO. Me recuerdo con menos de veinte años oyendo a Mozart a Verdi a Beethoven a Wagner, tener mis favoritos, como Dido y Eneas de Purcell o la Heroica de Beethoven,,, un mundo, y con 16 añitos acompañar a mi hermano en Madrid a comprar cintas (sign of that times) de esos estilos que nos ocupan.


Y luego el Jazz, con el Jazz no me meto, tenía un amigo, que en PAZ descanse que sabía la hostia del estilo y que ahora me falta. A ver, no soy quién, para hablar de Jazz mucho menos de Clásica, así como no lo era para referirme al Pop o el Rock,,,o el Folk, pero no lo haré de forma técnica, lo haré desde la exposición de las sensaciones y los sentimientos. Desde la ignorancia pero desde el Respeto y desde las vivencias cotidianas, que serán pocas, (porque a fe mia que no soy James Bond), pero engarzándolas con los discos, la música y las versiones y las orquestas y los intérpretes, ,,


No, poco, muy poco me muevo ya en el Pop y Rock o el Folk,,y menos aún en el Mainstream. Pero de entre todo ese maremagnum desconocido e inexplorado de cantantes que se abren de piernas, que enseñan el culo o que, en efecto, tienen voces que no son Aretha, pero que malas, pardiez, no son. Me ha llegado el disco de una chiquilla, llamada Billie Eilish, en cuya portada aparece como una virgen de Murillo, de pelo ferozmente rubio y hombro desnudo, que me supone una especie de contrapeso musical, por cuanto que de muy tarde en tarde, me lo pongo y lo disfruto. Es un disco (habla el Juan de hace años), para nada desdeñable, no sé mucho inglés, pero me dá que de Honestidad Brutal, como los de “aquel”, y que diablos, merece la pena oir. “Happier than Ever”, se llama, ya nunca seré muy feliz, rematadamente feliz ni más feliz que nunca,, sé que lo mejor se está yendo, que mi felicidad se va con ello, y que no hay alternativa a ese vacío, pero para mi, el poquito de Felicidad que me queda, viene de la Música, de la Grande Belleza en todas sus vertientes y ramas, y aunque no siempre esté para disfrutarla, ese, y no otro, es mi gran remanente, como ese cordial élfico que, al parecer, te alegra el corazón aún en la penuria más extrema.


Así que gracias Billie (Eillish), por este disco, que no es lo que suele sonar en mi estéreo, pero que sí oigo, de buen grado.

Para todos los que merodean

 Para todos los que merodean por mi vida, obra y milagros con el exclusivo objetivo de hacerme la vida imposible: he vuelto, mi desmemoria e...